domingo, 13 de mayo de 2018

Los escenarios del cante

Por Jose Morente


El flamenco que se desarrolla en un escenario público tiene muchas diferencias con aquel que se hace en ámbitos privados, En la imagen superior, Carmen Amaya.
De los territorios…

El flamenco, como todas las creaciones artísticas o culturales, es un cuerpo amplío, diferenciado. Tan amplío y diferenciado que una de las obsesiones de siempre en quienes se han acercado al flamenco para investigarlo, analizarlo o, simplemente, entenderlo o disfrutarlo, ha sido indagar en las diferencias de estilo o concepto, de fondo o forma que presentan entre sí los diferentes cantes, toques y bailes. Sobre todo, el cante

Y la primera evidencia que aparece cuando nos acercamos al cante es que, en cada una de las zonas de nuestra geografía, se canta de modo diferente

Diferencias tan importantes, tan sustanciales, que antaño era muy fácil distinguir el cante o el toque de una zona, comarca e incluso, pueblo o barrio determinado. No se canta, se toca o se baila igual en Morón  que en Málaga; en Huelva que en Sevilla. Y es que el cante de cada comarca, de cada zona de cada pueblo tiene un aroma distinto. Un aire propio y diferente.

Incluso, si me apuran, dentro de una misma ciudad, cada barrio se diferencia por su cante. En Jerez no se canta igual en el barrio de Santiago que el de San Miguel. Mas civilizados unos, más bravíos los otros.  Un mundo separa, como saben muy ben flamencos y toreros, la Sevilla de la Alameda de Hércules de la Triana de la Cava de los gitanos. 

Un artículo de Pierre Lefranc. Las polaridades del Jerez Gitano: Santiago y San Miguel.


…. a los repertorios...

Pero tan importante como los territorios para explicar esas diferencias, es la personalidad de cada cantaor/a, de cada tocaor/a, de cada bailaor/a. Diferencias que, en origen, tenían mucho con ver con el modo de transmisión oral (o visual para el baile) característico del flamenco y otros artes populares, lo que le confiere enorme plasticidad. Hoy, con las grabaciones y filmaciones, las cosas son bien distintas.

La transmisión oral, las lagunas de la memoria y la propia personalidad de cada cantaor son causa de formas diferentes de interpretar los cantes. Es lo que llamamos los repertorios del cante. Los estilos y las variantes de cada estilo. Así, incluso dos cantaores del mismo barrio, de la misma familia podrán tener un aire parecido, pero serán diferentes: Tomás y Pastora; Joselito y Rafael el Gallo. Y para que lo entiendan mejor Rivera Ordoñez y Cayetano tienen muy poco en común (o mucho, según se mire).

Tenemos, por tanto y por un lado, la zona geográfica donde se crea o recrea el cante y, por otro, la aportación personal de cada cantaor, el acento personal de cada uno. Entre esos dos polos, el entorno y la persona, la colectividad y el individuo, el modelo o tipo y la aportación personal, se mueven todos los procesos de creación de todas las actividades artísticas, desde la pintura a la escultura, desde el baile al cante, desde el toreo al flamenco. "Yo y mi circunstancia", que dijera Ortega y Gasset. La circunstancia es el entorno, el territorio, el contexto en el que nos movemos y el yo somos nosotros con nuestra personal e intransferible forma de hacer las cosas.


...pasando por los escenarios

Este tema de los territorios y los repertorios es el título de un gran libro del francés Pierre Lefranc sobre esta problemático: El cante jondo: De los territorios a los repertorios.

Aunque publicado en Francia en 1998 y en España en 2000, el libro recoge los trabajos de campo del matrimonio Lefranc (grabaciones realizadas entre 1961 y 1964 en los ámbitos naturales del flamenco, tras un aprendiza con los grandes maestros del tablao Zambra desde 1957 al 61).

El libro de Pierre Lefranc. Sobre territorios y repertorios
Lefranc con Ansonini del Puerto y su familia.

Era la época del "gran salvamento", operación de rescate e inventariado del cante que se produjo tras la publicación de la primera Antología, la de 1954 de la casa Ducretet-Thomson (Editada en España en 1958 por Hispavox) Un trabajo al que siguieron:  Una historia del Cante flamenco de Caracol (1958). La generosa Antología de cante flamenco y gitano dirigida por Antonio Mairena (1959) donde cede la palabra a cantaores que sin el nunca hubiesen grabado, el Archivo de Caballero Bonald (grabaciones de 1962, publicadas en 1968) y la televisiva e imprescindible serie de Rito y Geografía del Cante (en los 70)






La recopilación de cantes a punto de perderse merece el reconocimiento de la afición
Resumiendo, creo que la persona que más apostó por la recuperación de cantes viejos y por mantener el legado recibido fue, sin duda, Antonio Mairena. Su antológica "Gran historia del cante gitano andaluz" es tanto una de las obras más importantes en la historia de la discografía del cante como un compendio de sus planteamientos y esfuerzos. 
Pero el cante no se agota analizando (lo que se ha hecho por extenso) sus territorios y sus repertorios. Si hay algo que, de verdad y para mí, explica diferencias, matices, escuelas, estilos o variantes es el ámbito en el que se desarrolla el flamenco. Mejor dicho, no el ámbito sino los ámbitos en los que el flamenco se desenvuelve y vive.

Y es que, el flamenco oscila, desde antiguo, entre la dicotomía o la polaridad de lo privado y lo público. Por una parte, tenemos el cante que se hace para uno mismo o para un entorno reducido y, por otro lado, el cante que se hace para un auditorio más amplio (ya sea sin o con fines lucrativos). El cante por afición o necesidad de expresarse y el cante por profesión. El cante que se da y el cante que se vende (lo que es tan legítimo como lo primero).

Ya, en su día, Machado y Álvarez, Demófilo, el padre de los “Machado”, decía que el cante se agachonaba al salir de la esfera privada y pasar a la luz pública, a los cafés y a las tabernas. Y es que no se canta igual en una reunión familiar en nuestra propia casa que en un escenario para un público más amplio. 

Los cantes se hacen o se crean (esa es la creencia) en el laboratorio de prueba de ámbitos reducidos y sin comercio alguno. El pase al profesionalismo y la ampliación del auditorio (el agachonamiento del que hablaba el padre de los Machados) supone una cierta pérdida de pureza, un alejamiento de los orígenes que no puede traer nada bueno. Desde que el flamenco es flamenco, esa idea ronda por la cabeza de todos los aficionados. Es la permanente decadencia del flamenco denunciada por los puristas.

Los cafés cantantes mataron el cante... o eso decían
Aunque no comparto totalmente esa visión (pues el profesionalismo exige un rigor que no tiene el amateurismo) creo que explica muy bien el modo de sentir el flamenco de los denominados aficionados cabales, un grupo tan selecto y minoritario como necesario.

 A la luz de los datos que vamos conociendo, es probable que no existiera ninguna época hermética, al menos tal y como nos la han contado, pero lo que si está claro es que (como el mito de la caverna de Platón) existe, en el imaginario colectivo de los aficionados al flamenco, esa creencia en la existencia de una especie de paraíso perdido del flamenco al que llamamos época hermética.

En mi opinión, pienso que sería preferible hablar de espacios o ámbitos herméticos que de una época hermética localizada en el tiempo. El hermetismo en el flamenco es más bien un problema espacial que no una cuestión temporal como se ha venido sosteniendo. Un problema ligado al tamaño del auditorio más que a una época concreta.


El tamaño del auditorio 

Los cantes para un auditorio reducido suelen ser cantes cortos y contenidos. Cantes dichos al oído del oyente. Un cante casi hablado. Son cantes, como las seguiriyas de Tío José de Paula, la única seguiriya que conviene repetir para paladear, hablados más que cantados.

Por el contrario, los cantes para grandes auditorios, exigen otros recursos y otra amplitud. Lo decía la Piriñaca cuando comparaba los cantes cortos con esos otros cantes de “voces grandes” como las de Mairena, que “llevan los cantes donde quieren”. “Un modo de cantar muy especial, como mundial” Cuando, según ella y con auditorio reducido, con pocas palabras bien dichas basta para decirlo todo.

La Piriñaca. Recorte del dibujo de portada del LP de RCA: 4 veces veinte años

Se puede cantar y de hecho se canta sin auditorio, para uno mismo. De Silverio Franconetti, se recuerda una célebre copla que improvisó yendo camino de San Fernando, al pasar ante el cementerio y acordarse de que allí estaba enterrado su entrañable amigo y cantaor, Enrique Ortega. Silverio mandó parar el coche y allí mismo cantó a palo seco:
 «Por Puerta de Tierra / yo no quiero pasar. / Me acuerdo de mi amigo Enrique / y me echo a llorar». 
Y Fernando Quiñones nos cuenta que cuando se le murió un hijo a Silverio, al día siguiente recibió la visita de un amigo a cuyas palabras de ánimo replicó el cantaor: 
«Fíjate cómo estaré que me he pasao la noche por ahí solo cantando siguiriyas...».
Silverio 

Silverio cantaba, en esas ocasiones, para el mismo, sin auditorio pero, también se puede canter para un auditorio mínimo. Como contaba Borrico quien decía que, en una época de escasez y miseria, alguna vez tuvo que cantar “hasta debajo de un paraguas”.

Mas importancia tiene, especialmente en el caso de la etnia gitana, los cantes familiares. Las fiestas o reuniones en familia, en la casa familiar, son motivo propicio de cante.

El cante y el toque y el baile en el entorno familiar (Fotografía publicada en LIFE)


En la serie Rito y Geografía del Cante, Cristobalina Suárez cantaba por fiestas con su niño en brazos. En la misma serie los Sordera de Jerez celebran la Navidad en familia. Son reuniones de mucha enjundia flamenca.

No una nana, sino hasta los cantes festeros se pueden cantar con un niño acurrucado en el regazo. Cristobalina Suárez en el episodio de Rito y Geografía del cante que se dedicó a su figura.
Fiesta de Navidad en casa de la familia Sordera de Jerez. Si le añadimos público, tendríamos una de las tradicionales zambombas navideñas.
Una prolongación de la casa es la caseta de feria. Sin embargo, al tratarse de prolongaciones de las casas de la "burguesía" se tiene que recurrir, en muchas ocasiones, a contratar cantaores profesionales quienes, en este caso, "trabajan" en un ambiente reducido pero muy ruidoso.

Los desaparecidos corralones o corralas de vecinos propiciaban la reunión de varias familias. Son famosas esas fiestas en los patios que se han desarrollado a lo largo y ancho de nuestra geografía. Celebraciones tanto espontáneas (cada vecino ponía lo que podía) como vinculadas a ceremonias o rituales (Bodas, bautizos y velatorios).

Postal de época. Patio sevillano engalanado para las cruces de mayo. La presencia de la guitarra y el amago de las palmas lo dicen todo sobre la forma de celebrar esa fiesta
Una fiesta en los patios.
Otros ámbitos propicios, este de trabajo, fueron las gañanías. En el campo, al final de la jornada o los días de lluvia cuando no se podía trabajar, las cuadrillas de trabajadores se reunían con un poco de vino y pan y se hablaba y cantaba. Lo contaba Borrico y lo documenta Estela Zatanía.



En el campo se canta trabajando (cantes de siega y de trillas, temporeras,...) y también cuando se descansa... se canta y se baila

Y del ámbito de trabajo al de ocio como las tabernas (han sido proverbiales los tabancos jerezanos y esa bulerías al compás golpeando el mostrador con los nudillos).

Rafael Romero en la barra de un bar.
Cuando de las tabernas se pasa al café (los famosos cafés cantantes, moda venida de París) aparece el profesionalismo con esa degeneración del mismo que fueron los cuartitos de la Alameda, hoy recordados con tanta nostalgia -por su buen cante- como prescindibilidad -por su mal rollo con los profesionales-.

Pantoja Guerrero, Dolores (2002): El cante de cuartito-El flamenco en la Alameda de Hércules, Sevilla, Diputación Provincial
Luego (o antes, pues no es orden cronológico) vendrían teatros, plazas de toros, palacios de los deportes y festivales. Al incrementar el tamaño del auditorio, las exigencias de rigor y justeza en la interpretación (afinación, compás, acoplamiento a la guitarra, etc.) que se piden al artista aumentan. Aparece por tanto, el profesionalismo. Rigor que se refiere a como se canta y no tanto a lo que se canta. El matiz es importante.

Son dos parámetros (tamaño del auditorio y grado de profesionalización del artista) que están relacionados entre sí y que establecen una regla que, aunque inexacta, podemos formular de la siguiente manera: a mayor auditorio, mayor profesionalización en los creadores del flamenco.

Hay excepciones curiosas y notables pues han existido cantaores profesionales (que han vivido del cante) y que han huido, les daba pavor, los grandes escenarios y los públicos multitudinarios: Aurelio Sellés, Tomás Pavón se refugiaban en las fiestas privadas de los cuartos o las ventas.

Tomás Pavón el hermano de la Niña.
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Nota: Este texto es parte de la charla "Los ámbitos del flamenco: Los Patios" pronunciada ayer domingo en Mairena del Alcor, como prólogo  e introducción a la Fiesta celebrada en el patio de la antigua posada de Mairena (hoy propiedad de Don Cipriano y doña Remedios) y organizada por la FUNDACIÓN ANTONIO MAIRENA, presidida por RAMÓN SOLER, con la colaboración del Ayuntamiento de Mairena, la Sociedad del Cante Grande de Algeciras y la Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena de Mairena del Alcor.

Una fiesta que contó con la participación de PERICO EL PAÑERO (Algeciras), REMEDIOS REYES (Chiclana), REMACHE (Málaga), FERNANDO CANELA (San Roque), JOSÉ EL PAÑERO (Algeciras), ANTONIO HERMOSÍN (Alcalá de Guadaira) y las guitarras de JOSÉ DE PURA (Chiclana) Y RUBÉN LARA (Málaga).

La fiesta fue un verdadero lujo pues se presentó el flamenco de forma distinta a como es habitual en eventos con grandes presupuestos, muchas veces con más bombo que sustancia. Quizás lo reducido del auditorio, compuesto por un grupo de buenos aficionados y auténticos cabales, sirva para explicar, tanto como la buena actitud, gran disposición y enorme entrega de todos los artistas, el éxito de la reunión que no dudo en calificar como verdadero acontecimiento flamenco.

Desde ayer, los asistentes, no creo que nos conformemos ya con menos.




Empieza la fiesta. De izquierda a derecha: Remedios Reyes, José el Pañero, José de Pura, Antonio Hermosín, Rubén de Lara, Fernando Canela, Perico el Pañero y Remache ¡casi ná!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

.... What a wonderful insight into the Gipsy Soul and that of Flamenco singers, musicians and dancers, Thank you so much Jose ...

Unknown dijo...

Gracias por este artículo muy enriquecedor para quienes, como yo, disfrutamos del flamenco pero nos falta conocimiento del mismo. Gracias también por la bibliografía!