martes, 16 de junio de 2015

Madrid 1922. La gran bronca del toro tuerto

 

1922-06-18 Madrid Bronca toro tuerto (2)

Madrid. 18 de junio de 1922. Bronca por un toro tuerto.

En aquellos viejos, magníficos y añorados tiempos cuando los toros tenían cinco años, un trapío imponente y un fiero comportamiento; cuando los toreros derrochaban siempre valor y torería; cuando la autoridad ejercía inexorable su autoridad y cuando los aficionados imponían sus criterios al villamelonista público de paso; en aquellos viejos, magníficos y añorados tiempos, repito, pasaban cosas tan poco edificantes como la que les contaba Don Ventura a los lectores del semanario el Ruedo en un artículo publicado a finales del año 60.

1960-12-01 (p. R) Toro tuerto Don Ventura

¡No era nada lo del ojo! Así titulaba Don Ventura en el Ruedo su remembranza taurina.

Abuso de autoridad

Para el día 18 de junio del año 1922, fue anunciada en Madrid la décima corrida de abono, en la que José Roger, «Valencia»; Juan Luis de La Rosa, y José Gómez, «Joseíto de Málaga», tenían que estoquear un toro de don Félix Gómez y, otro de don Celso Cruz y cuatro de don Narciso Darnaude. Un verdadero saldo ganadero.

1960-12-01 (p. R) La terna

Aunque la corrida fuese un saldo ganadero, la terna de ese cartel (el primero de los Valencia, el jerezano Juan Luís de la Rosa y Joseito de Málaga) tenia su enjundia (Fotografía de los diestros publicada en el Ruedo en el artículo de Don Ventura)

La corrida fue, conforme a lo previsible un continuo escándalo. En primer lugar, salió un toro muy grande y gordo, muy enmorrillado, de don Félix Gómez, de nombre Barquillero, que cogió a Valencia al dejar este diestro una estocada contraria. Una cogida que le impediría continuar la lidia.

1922-06-18 Mad.Cogida de Valencia 1º

La Libertad publicaba este apunte con la cogida de Jose Roger Valencia por el primer toro de la tarde.

1922-06-18 (p. SyS) Madrid Valencia conducido a la enfermería

Y Sol y Sombra, recogía el momento en el que el primero de los Valencia era conducido a la enfermería.

El segundo toro de Darnaude además de negro y feo era, a la vista del anterior, muy chico y fue devuelto por ello. En su lugar salió un sobrero de Carreros, de nombre Calcetero, negro, bragao y recogido de defensas (eufemismo de cornicorto).

El toro, nada más salir, empezó a hacer cosas raras como si tuviera algún defecto en la vista por lo que Juan Luis de la Rosa, a quien correspondía su lidia y después de llamar la atención al Presidente, se negó a seguir toreándolo.

Aquello fue el acabóse. El público se soliviantó y se organizó uno de los mayores tumultos que se recuerdan en la plaza Vieja. De la Rosa subió al palco, donde el Presidente, le ordenó autoritariamente que continuara la lidia, no sin antes multarle.

Como el toro había tomado solo una vara, al Usía no se le ocurrió otro despropósito que ordenar banderillas de fuego, con lo que arreció la bronca.

1922-06-18 (p. La voz) par de banderillas

También fue fogueado el sexto, al cual uno de los pares se lo pusieron en el rabo y desde el callejón (Viñeta de la Voz)

De la Rosa, viendo el cariz que tomaban las cosas y la airada actitud del público madrileño (justificada esta vez), se limitó a hacer una faena de aliño y rematar al toro con media estocada.

1922-06-18 (p. SyS) Madrid De la Rosa entrando matar al 2º

Juan Luis de la Rosa entrando a matar al segundo toro. Tuerto y aculado en tablas. ¡Casi ná! (Fotografía publicada en Sol y Sombra)

Al arrastrar al toro, el torero jerezano pidió que pararan las mulillas y que la autoridad y un veterinario lo examinaran. Además pidió que cortaran su  cabeza como prueba.

El público, que se había callado, seguía con expectación tan inusual escena.

Reseña del Toreo toro tuerto

Paco Media-Luna opinaba que, aunque el toro era tuerto, en Madrid se habían visto lidiar reses de peores condiciones. La opinión del crítico de El Toreo, a fuer de surrealista y parcial era mal intencionada pues, en el fondo, estaba dirigida contra los toreros. Una actitud, la enemiga sistemática contra el torero, que por desgracia ha sido demasiado frecuente entre los críticos. Sin embargo, lo sucedido con el toro tuerto fue tan flagrante que la postura de Media Luna fue una excepción entre la crítica madrileña alienada en defensa de la postura de Juan Luis de la Rosa.

Unos veterinarios carentes de vergüenza

La Autoridad, al terminar el festejo, dispuso que las cuadrillas quedasen detenidas en la plaza, hasta que llegara el Director General de Seguridad. El Presidente impuso dos multas de quinientas pesetas a Juan Luís de la Rosa y varias más a algunos miembros de las cuadrillas. Aunque las sanciones no se llegaron a hacer efectivas porque lo que ahora diremos.

1922-06-19 (p. EH) Multas

El Heraldo de Madrid del día siguiente daba cuenta de las multas impuestas por el Presidente de la corrida

Lo curioso es que a la empresa que soltó de sobrero, un toro de una ganadería que no figuraba en el abono (además de tuerto), nadie propuso sancionarla.

El colmo llegó cuando el análisis de la cabeza del toro tuerto se encargó a los mismos veterinarios que por la mañana lo habían reconocido y dado apto para la lidia. Lógicamente suscribieron un acta afirmando que el toro no tenía ningún defecto de visión y disponiendo además, sin un atisbo de vergüenza, que su cabeza, con la carne y los despojos de los restantes toros, pasase a los carniceros.

Pero De la Rosa había solicitado hábilmente la intervención del abogado de la Sociedad de Toreros, el señor Cuitarte y este requirió a las autoridades para que se efectuase un nuevo y, esta vez, imparcial reconocimiento.

Para ello, se nombró una comisión compuesta por un Catedrático de Veterinaria, por el Director Anatómico de la misma Facultad,por el delegado veterinario municipal y por otro experto en la materia, los cuales dictaminaron que,  en la capa inferior del ojo derecho, existían copos flotantes que sólo transitoriamente podían alterar la visión, pero que, en el ojo izquierdo, se apreciaba una queratitis, que, aunque limitada a la abertura pupilar, imposibilitaba la visión.

En resumidas cuentas, que el toro era ¡tuerto del izquierdo y por el otro ojo veía poco!.

 

La consecuencias del desaguisado

1922-06-18 (p. SyS) Reseña (2)

El crítico de Sol y Sombra era tajante a la hora de atribuir responsabilidades.

A la vista de la contundencia del informe de los expertos, el Director General de Seguridad dejó sin efecto las multas impuestas a los toreros y aplicó un fuerte correctivo a los veterinarios que habían dado por útil (y dos veces) al toro tuerto, tal y como pedía la Prensa.

1922-06-19 (p. La Correspondencia) Multas a los veterinarios

La Correspondencia de España, al igual que el resto de periódicos publicados al día siguiente de la corrida de la bronca del toro tuerto, se hacía eco de las sanciones impuestas a los veterinarios.

La moraleja es que Juan Luis de la Rosa tenía razón cuando se negó a seguir toreando. Que el Presidente se equivocó de medio a medio cuando quiso sancionarlo y que los veterinarios (que dijeron dos veces que el toro tuerto veía) le echaron mucho morro al tema y muy poca profesionalidad, rayana –si no inmersa- en el delito.

Titular Heraldo

Entradilla de la reseña de la corrida en el diario El Heraldo

No hace falta decir, porque se adivina, que todas aquellas trapisondas
de la incompetente autoridad fueron objeto de sabrosos comentarios en los mentideros taurinos del tan castizo Madrid de la época. Comentarios que hicieron olvidar lo que había sucedido en el ruedo durante el resto de la corrida como las aseadas faenas de los diestros o el comportamiento bravo y suave de algunos toros

1922-06-18 (p. La voz) Joseito de Malaga

Pese a su poca calidad gráfica esta foto de la Voz de un pase por alto de Joseíto de Málaga, conocido como el Manteca, es muy representativa de su estilo.

1922-06-18 (p. SyS) Madrid abono (2)

Vara del toro cuarto. Un toro muy bravo en los caballos que llegó (¡como debe ser!) muy suave a la muleta (Fotografía publicada en Sol y Sombra)

 

Hoy igual que ayer

Si bien en general, la actuación de los representantes de la autoridad es correcta y se ajusta a lo dispuesto en los Reglamentos, hay ocasiones en que no ocurre así.

Por poner un ejemplo, los Presidentes se equivocan cuando retrasan la concesión de las orejas, forcejean con el público y juegan a su antojo con la carrera profesional de los profesionales, por un prurito de rigor innecesario que convierte en elitista una fiesta que siempre ha sido popular y donde siempre ha mandado el pueblo.

Por poner un ejemplo, los veterinarios se equivocan cuando aprueban, como ocurrió el pasado lunes 25 de mayo en las Ventas, una novillada que tenía que haber ido a las calles.

Evidentemente, los veterinarios de ese día, no tienen ninguna responsabilidad en las tremendas volteretas de Galdós y Escudero pero si la tienen (los de ese día y los de los restantes días) en colaborar para hacer tan difícil el triunfo en la plaza de la Villa y Corte. Hoy por hoy, en Madrid en demasiadas ocasiones, no pasan los reconocimientos (y si pasan ya se encargan los del 7 y sus adláteres de devolverlas a los corrales) las reses con buenas hechuras y buena nota sino los galafates que hacen imposible el toreo.

Unos galafates que NO tenían que pasar los reconocimientos como no tenía que haberlo pasado ese toro tuerto que propició en Madrid la gran bronca del año 22.

 

Paco Medina en Mundotoro 2

Equipo gubernativo

Uno de los novillos del Montecillo que iba para las calles, según su ganadero, y que sin embargo acabó lidiándose en las Ventas. Algo parecido a  lo de esta novillada, es lo que ocurrió con la corrida de Pablo Romero en esta misma Feria de San Isidro.

 

Postdata: En aquellos viejos, magníficos y añorados tiempos, el Director General de Seguridad sancionaba con dureza la ineptitud de los veterinarios de la plaza de Madrid que admitían toros no aptos para la lidia.

La pregunta es ¿Porqué hoy no se hace lo mismo y se sanciona a los representantes de la autoridad cuando se extralimitan en sus funciones?

1 comentario:

Anónimo dijo...

En este tema, pienso que nos dan lecciones, los Franceses, una comisión taurina escoge la corrida o novillada,que le vende el ganadero, no hay veterinarios, ni policía, en el sorteo, si hay manipulación, no lidia esa ganadería en un año, y le dan un premio, es el serrucho de oro, si vuelve a repetir, no le compran más.saludos Manuel Vázquez