lunes, 14 de julio de 2014

Adolfo Martín. Siniestro total

Por Juan Antonio Polo

 

Pase de pecho de Alberto Aguilar.

Alberto Aguilar intentando torear a uno de los infumables astados de Adolfo Martín lidiados ayer en Pamplona. Y hablando de las astas ¿no les recuerdan esos dos exagerados y abiertos pitones a la conformación de las cornamentas de los bueyes de las carretas del Rocío?

 

cabestrero de Concha y Sierra

Un buey de carga. Pardillo, cabestrero de Concha y Sierra sobre el buey que entrenó para cargar los avíos en los traslados de ganado. Como se observa la conformación de sus pitones es similar al toro de Adolfo Martín lidiado en Pamplona.

 

Pamplona. 13 de julio.

Cualquier parecido entre los seis bóvidos de Adolfo Martín corridos ayer en la plaza de Pamplona y lo que se entiende por toro bravo o toro de lidia es una mera coincidencia.

Podría decirse que la corrida estaba muy bien presentada. Pero tampoco es así. Y yo me pregunto: ¿Por qué un toro gacho o brocho se presume que es feo y no puede ser corrido en una plaza de primera y, por el contrario, no se ponen reparos a que –como ayer– se lidien toros veletos y cornipasos hasta la exageración? ¿No eran feos? ¡Feísimos!

El caso es que los añorados “adolfos”, además de feos, fueron mansos y descastados, corretearon por el ruedo de salida, se pararon, no humillaron, gazapearon, miraron al torero, tuvieron peligro –algunos ni eso– y aburrieron al personal. No tenían ni un pase. Podría decirse que todos los toros tienen su lidia. Y es verdad. Pero lo cierto es que la única lidia que tenían en este caso era el tratar de que juntaran las manos con unos pocos muletazos y estoquearlos con la mayor dignidad posible.

Eso sería lo correcto, pero lamentablemente los tres diestros de ayer, Urdiales, Escribano y Aguilar, no podían permitirse ese lujo. Los tres toreros de ayer sabían que los toros no tenían ni un pase… pero tenían que intentarlo. O hacer lo que cierto torero actual denomina el “paripé”, o sea, entretener –o mejor aburrir– al personal, haciendo tiempo con una serie de intentos o probaturas que les evite la bronca final.

Curiosamente, hay aficionados –los de siempre– que se quejan de que las figuras del toreo eludan los “adolfos” y similares. ¿Acaso creen que las figuras son tontas? ¿Y no saben que los propios Urdiales, Escribano y Aguilar dejarían de enfrentarse a estas reses si pudieran? Desearía, como cualquier aficionado razonable, que se acabe con esas tontas del bote que exigen las figuras, pero me niego a que sean sustituidas por toros de la línea de los lidiados hoy en la plaza de Pamplona. ¿Acaso no hay términos medios?

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