miércoles, 26 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (XIII) La amargura de los mejores toreros

 

Trapio verde p. 163 001 - copia

Joselito el Gallo toreando en el campo, relajado y tranquilo, lejos de la actitud pasional e incomprensible del público de las plazas de toros: un público que, según Corrochano,no sabe lo que ve” (Fotografía del libro Trapío Verde de Robert Ryan)

 

El que más siente el peso de la pasión es el mejor torero, el que cuenta con más recursos.

Es un caso digno de mejor y más detenido estudio éste de la psicología de las multitudes taurinas, que en lugar de sentirse amparadas y garantizadas por el torero más seguro de sí mismo, que por su conocimiento de los toros puede tranquilizar la inquietud del peligro, desconfía frecuentemente de ese torero, recela, teme que le engañe, sin saber en qué consiste el engaño.

Sin darse cuenta de ello, el público hostiliza por un complejo de inferioridad, que si es molesto para el torero, es a la par un signo de gran admiración inconfesada. Alguna vez lo reconoce por una voz de protesta del subconsciente que grita:

“Si no le exijo a este torero, ¿a quién le voy a exigir?”

El público piensa que, porque paga, sabe. Se oye decir en el tendido: “Para eso he pagado”. “Eso” es pretender que el torero le oiga su opinión gritada y le haga caso. Y siempre se encara con el mejor.

Así acontecía con Gallito. Se le exigía cada vez más, porque siempre parecía que podía dar más. Se desconfiaba de lo que hacía, porque como sabía más que todos, había recelo y desconfianza aldeana por si se reservaba y por no saber si aquello era lo real o lo fingido.

La amargura de Gallito en el en el ruedo habrá que considerarla como una de las más agudas que puede sufrir un hombre en su profesión. Explicar y practicar la Tauromaquia encerrado en el recinto de un público incapaz, exigente por desconfiado, es una angustia insospechada para el que no la padeció y menos para el que la causa.

Saber lo que se hace delante de una multitud que no sabe lo que ve sólo puede soportarse con alma mística o con un insobornable concepto profesional.

   Gregorio Corrochano ¿Qué es torear? Introducción a la Tauromaquia de Joselito (1ª ed., Madrid, 1955. Págs. 49-50)

    

2 comentarios:

Francisco Butler dijo...

Nada más leerlo he sentido una especie de conmoción y seguidamente me ha venido a la cabeza que esto es casi o sin casi el argumento de una tragedia griega.
Si hubiera creativos despiertos a lo que da la tierra en España, de esto sacarían un gran partido.
Sencillamente sensacional.
Saludos.

Jose Morente dijo...

Francisco:

Corrochano como buen crítico costumbrista cuando hablaba de sentimientos, emociones y actitudes de toreros y públicos, floreaba

Un cordial saludo.